La Ciudad

El desafío de seguir educando en tiempos de aislamiento obligatorio

Con jardines y escuelas cerradas la continuidad pedagógica se centró en los dispositivos virtuales. Docentes filman una clase desde sus livings, instituciones implementaron plataformas virtuales y madres y padres supervisan el cumplimiento de las tareas. Cómo avanza el aprendizaje.

“No son vacaciones” es una de las frases que más repitió el presidente Alberto Fernández desde iniciada la batalla contra el coronavirus en el país.

Si bien los destinatarios de la misma fueron cambiando conforme avanzaban medidas, tales como las licencias laborales con goce de sueldo, el cierre de comercios y el aislamiento social obligatorio, la primera vez que esas palabras salieron de su boca fue para dirigirlas a un grupo en particular: los chicos en edad escolar, que desde el 16 de marzo vieron suspendida su responsabilidad mayor: ir a clases.

Lejos de asemejar la situación actual a un receso escolar, desde el Ministerio de Educación de la Nación, a cargo de Nicolás Trotta, se lanzó la página “Seguir Educando”, donde docentes, padres y alumnos pueden acceder a contenidos adaptados a los diferentes niveles educativos y seguir impartiéndolos desde los domicilios hasta que la restricción se levante.

Paralelamente, gremios e instituciones también comenzaron a diagramar un esquema de trabajo que no paralice el aprendizaje y le dé continuidad al proceso pedagógico que cada chico en el país estaba atravesando hasta que el coronavirus irrumpió en la vida de todos los argentinos.

Así fue que el aula de clase pasó a sostenerse a través de plataformas virtuales desde donde todos los actores intervinientes cumplen su rol.

Las particularidades de cada modalidad varían en función de la complejidad de las materias y niveles educativos.

Así es que, por ejemplo, el jardín de infantes al que asiste Benjamín (2) envía regularmente mails a los padres del nivel inicial con diferentes actividades que pueden realizar con los más pequeños. El último incluyó un video de la “seño” haciendo una manualidad que cada familia luego debía replicar en sus hogares. Ese contacto con el plantel docente también es necesario, sobre todo para los más pequeños que estaban atravesando el periodo de adaptación.

“Sólo iban dos semanas de jardín cuando se suspendieron las clases. Benjamín, de hecho, sólo pudo ir dos veces porque en los primeros días tuvo gastroenteritis”, contó a LA CAPITAL Sebastián, papá de Benja, quien destacó la posibilidad de que los chicos sigan de alguna manera conectados con la institución.

Otros jardines también buscaron incluir la temática del coronavirus en algunas actividades y así explicar de manera sencilla no solo la situación que atraviesa el país sino que además la misma es sólo transitoria.

Por ejemplo, Felipe (4) disfruta ver una y otra el video en el que su seño le pide que se dibuje un “virus” en sus manos y las lave durante todo el día. Si al momento de irse a dormir el dibujo no está más, se habrá cumplido la tarea.

Otra actividad que se repitió en muchas instituciones fue la de dibujar un arco iris, escribir la frase “Todo va a estar bien” y pegarla en la ventana para darle ánimo a los vecinos.

Rutina inamovible

Los alumnos de primaria tienen, naturalmente, una mayor responsabilidad. Así es que, por ejemplo, Nico (6) debe verificar todos los días las tareas que le envían sus maestras a través de la página de internet de la escuela.

“Las maestras envían una serie de tareas a través de la página del colegio y lo que intentamos hacer en casa es juntarnos en familia a hacerla todos juntos”, explicó a LA CAPITAL, Yamila, mamá de Nicolás.

Según señaló, los primeros días tuvieron “algunos problemitas” para que Nico cumpla con las actividades todos los días de la semana sin la presencia de sus maestras. “Por eso, sin que esto se convierta en un ejército, todas las mañanas de los días de semana establecimos una rutina. Nos levantamos, desayunamos, lo dejo jugar un poquito en el jardín y después nos sentamos a ver las tareas. Todos: él, su papá y yo”, explicó.

Así pasan los días haciendo las actividades de matemática, lenguaje y ciencias, al igual que otras materias como plástica y movimiento y expresión, entre otras.

“Al terminar la semana, mandamos las tareas hechas por mail y hasta algunos videos explicando cómo las hicimos. Después nos mandan la devolución”, señaló Yamila, quien también aprovecha para seguir su propio camino de aprendizaje, en este caso la fotografía.

Nico (6) cumpliendo con las tareas que envía la seño. Foto: Yamilia Pal.

Aulas virtuales

Agustín tiene 16 años y a los pocos días de iniciar su quinto año en una secundaria privada de la ciudad debió familiarizarse con la educación virtual.

Al igual que muchas instituciones de la ciudad, su colegio decidió poner en marcha una iniciativa que se había probado de manera parcial: una plataforma educativa virtual.

Con acceso para padres, docentes y alumnos, la misma intenta “imitar” el normal funcionamiento de una clase tradicional: hay horarios para conectarse y un tiempo determinado para hacer las actividades indicadas por el profesor.

Pese a que la alternativa fue calificada como “útil” teniendo en cuenta el contexto, Agustín aseguró que la misma no es “tan amigable” y hasta llegó a considerarla “tediosa”. “Todavía está un poco desordenada”, indicó.

Además, aseguró que son sólo algunos los profesores que envían videos explicativos. “Eso dificulta entender algunas materias en las que la teoría y el tener un profesor al lado es fundamental”, señaló.

En tanto, su mamá, Marta, sí destacó el “acompañamiento”. “A mi sobrino le dieron una plataforma similar y como él no había ingresado a la misma por cuatro días, desde el colegio llamaron a la madre para preguntarle qué estaba pasando”.

Si bien las modalidades fueron modificándose según tipo de establecimiento y nivel educativo, todos los consultados por LA CAPITAL coincidieron en destacar la voluntad de todos los actores intervinientes en que el proceso de aprendizaje de los más chicos se vea impactado lo menos posible por la pandemia, al tiempo que hicieron hincapié en no olvidar lo más importante: esto también va a pasar.

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